Cine de Terror Argentino – Historia, películas y directores
El cine de terror es un género que ha tenido una larga y rica historia en Argentina, desde las primeras películas mudas hasta las más recientes producciones que han logrado reconocimiento internacional.
Repasaremos algunas de las películas más destacadas y representativas del cine de terror argentino, así como sus características, influencias y repercusiones.
Los orígenes del cine de terror argentino
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El cine de terror argentino tiene sus raíces en el cine fantástico y de ciencia ficción que se realizaba en el país desde principios del siglo XX. Algunas de las primeras películas que exploraron temas sobrenaturales, monstruosos o macabros fueron **La bestia humana** (1927), de Luis Moglia Barth, basada en la novela homónima de Émile Zola; **La casa embrujada** (1929), de Carlos Torres Ríos, una comedia con elementos fantasmagóricos; y **La venganza del muerto** (1934), de Arturo S. Mom, una adaptación libre del cuento **El almohadón de plumas** de Horacio Quiroga.
Estas películas se inscribían en la tradición del cine expresionista alemán y del cine gótico estadounidense, con una estética sombría, una atmósfera opresiva y un uso dramático de la iluminación y los ángulos de cámara. Sin embargo, el cine de terror argentino no tuvo un desarrollo continuo ni una identidad propia hasta la década de 1950, cuando surgieron algunos directores que se dedicaron exclusivamente al género.
El auge del cine de terror argentino en los años 50 y 60
Uno de los pioneros del cine de terror argentino fue Narciso Ibáñez Menta, un actor español radicado en Argentina que protagonizó y dirigió varias películas y series de televisión basadas en obras clásicas o contemporáneas del género. Entre sus trabajos más recordados se encuentran **Obras maestras del terror** (1959-1962), una serie antológica que adaptaba cuentos de Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Robert Louis Stevenson y otros autores; **El vampiro negro** (1953), una versión libre de Drácula; **El hombre bestia** (1954), una versión libre de El hombre lobo; y **El monstruo inmortal** (1959), una versión libre de Frankenstein.
Otro director que se destacó en el cine de terror argentino fue Emilio Vieyra, quien realizó películas con bajo presupuesto pero con mucha inventiva y originalidad. Algunas de sus obras más conocidas son **Sangre de vírgenes** (1967), una película sobre vampiros ambientada en la época colonial; **La venganza del sexo** (1969), una película sobre un científico loco que crea una mujer mutante; y **Placer sangriento** (1967), una película sobre un asesino en serie que mata a sus víctimas con objetos sexuales.
Estas películas se caracterizaban por su violencia explícita, su erotismo provocador y su humor negro, lo que las convirtió en objeto de censura y controversia. Sin embargo, también tuvieron un gran éxito comercial y generaron un público fiel al cine de terror argentino.
El cine de terror argentino en los años 70 y 80
El cine de terror argentino sufrió un declive en los años 70 y 80, debido a la represión política y cultural que vivió el país durante la última dictadura militar (1976-1983) y a la crisis económica y social que la siguió. Muchos directores tuvieron que exiliarse o abandonar el género, mientras que otros optaron por realizar películas más comedidas o alegóricas.
Entre las pocas películas que se realizaron en este período se destacan **Noche terrible** (1972), de José A. Martínez Suárez, una película sobre un grupo de personas atrapadas en una casa embrujada; **Los inocentes** (1984), de Juan Antonio Bavaresco, una película sobre unos niños poseídos por un espíritu maligno; y **El poder de las tinieblas** (1979), de Mario Sábato, una película sobre un escritor que se enfrenta a una secta satánica.
Estas películas reflejaban el clima de miedo, paranoia y violencia que se vivía en el país, así como la influencia del cine de terror italiano, especialmente el giallo y el gore.
El cine de terror argentino en los años 90 y 2000
El cine de terror argentino resurgió en los años 90 y 2000, gracias a una nueva generación de directores que renovaron el género con propuestas más audaces, creativas y variadas. Estos directores se inspiraron en el cine de terror estadounidense, especialmente el slasher y el found footage, pero también incorporaron elementos propios de la cultura y la historia argentina.
Algunas de las películas más representativas de este período son **Plaga zombie** (1997), de Pablo Parés y Hernán Sáez, una película sobre un grupo de amigos que luchan contra una invasión de zombis; **La sonámbula** (1998), de Fernando Spiner, una película sobre una mujer que viaja al pasado para evitar un apocalipsis nuclear; **El otro** (2007), de Ariel Rotter, una película sobre un hombre que asume la identidad de otro tras un accidente; **Sudor frío** (2010), de Adrián García Bogliano, una película sobre un joven que busca a su novia desaparecida y se topa con unos sádicos torturadores; y **Aterrados** (2017), de Demián Rugna, una película sobre unos fenómenos paranormales que azotan a un barrio.
Estas películas se caracterizan por su calidad técnica, su ritmo frenético, su tensión constante y su capacidad para sorprender y asustar al espectador.
¿Qué características tiene el cine de terror argentino?
El cine de terror argentino tiene una gran variedad de estilos, temáticas y subgéneros, que reflejan la diversidad cultural y social del país. Sin embargo, también se pueden identificar algunas características comunes que lo diferencian de otros cines de terror:
- El uso del contexto histórico y político como telón de fondo o como elemento crítico. El cine de terror argentino ha sabido aprovechar los momentos más oscuros y conflictivos de la historia nacional, como la dictadura militar, la crisis económica o la pandemia, para crear historias que denuncian, cuestionan o reflexionan sobre la realidad social y política del país.
- La mezcla de géneros y tonos. El cine de terror argentino no se limita a provocar miedo o angustia, sino que también incorpora elementos de otros géneros, como la comedia, el drama, el policial o el western, creando obras híbridas y originales. Además, el cine de terror argentino suele jugar con los tonos, alternando el horror con el humor, la ironía, el absurdo o la poesía, generando contrastes y sorpresas en el espectador.
- La reinvención de los clichés y los mitos. El cine de terror argentino no se conforma con repetir las fórmulas y los estereotipos del género, sino que los reinventa y los adapta a su propia idiosincrasia. Así, el cine de terror argentino ha creado sus propias versiones de los vampiros, los zombis, los fantasmas, los demonios o las brujas, dándoles un toque local, original o subversivo.
¿Qué dificultades enfrenta el cine de terror argentino?
El cine de terror argentino, como todo el cine nacional, enfrenta una serie de dificultades que limitan su desarrollo y su difusión. Algunas de ellas son:
- La falta de apoyo económico e institucional. El cine de terror argentino tiene que lidiar con un presupuesto muy bajo y con una escasa ayuda del Estado y de las empresas privadas. Esto implica que los directores tengan que recurrir al autofinanciamiento, al crowdfunding o a la coproducción con otros países para poder realizar sus películas. Además, el cine de terror argentino tiene que competir con el cine comercial extranjero, especialmente el estadounidense, que acapara la mayor parte de las salas y del público.
- La falta de reconocimiento y prestigio. El cine de terror argentino tiene que enfrentar también el prejuicio y la desvalorización que sufre el género en general, tanto por parte de la crítica como del público. El cine de horror es visto muchas veces como un cine menor, superficial o vulgar, que no tiene la misma calidad artística o cultural que otros géneros. Esto hace que el cine de terror argentino tenga menos visibilidad y menos oportunidades de participar en festivales, premios o plataformas de difusión.
- La falta de formación y profesionalización. No hay muchas escuelas o cursos que enseñen las técnicas y los recursos específicos del cine de terror, ni tampoco hay muchas asociaciones o redes que agrupen y apoyen a los realizadores del género. Esto dificulta la formación y la profesionalización de los directores y los técnicos.
¿Qué futuro tiene el cine de terror argentino?
A pesar de todas las dificultades que enfrenta, el cine de terror argentino tiene también un gran potencial y un gran futuro por delante. Algunos factores que lo favorecen son:
- El talento y la creatividad de sus realizadores. El cine de terror argentino cuenta con una generación de directores jóvenes y talentosos, que han demostrado su capacidad para crear historias originales, innovadoras y atractivas, que han logrado trascender las fronteras y llegar a públicos internacionales. Algunos ejemplos son Demián Rugna, Martín Desalvo, Daniel de la Vega o Pablo Parés.
- El interés y la demanda del público. El cine de terror argentino tiene también un público fiel y entusiasta, que busca nuevas propuestas y experiencias dentro del género. El éxito de películas como «Aterrados», «El Día Trajo la Oscuridad» o «Cuando acecha la maldad» lo demuestran. Además, el público argentino tiene una gran afinidad con el género, ya que ha vivido situaciones reales que superan cualquier ficción.
- El apoyo y la colaboración internacional. El cine de terror argentino ha sabido establecer vínculos y alianzas con otros países y con otros agentes del sector audiovisual. Así, el cine de terror argentino ha participado en festivales internacionales especial.